sábado, 15 de mayo de 2010

El Milagro Económico brasileño

Del Estado Novo al Milagro Económico

El populismo latinoamericano tiene su más paradigmática figura en Getulio Vargas. Encabezando la Revolución de 1930, un movimiento cívico-militar que acabó con la "vieja república" vigente desde la independencia, Vargas mantuvo el poder durante 15 años que moldearían el Brasil moderno. A la nueva república se le daría el nombre de Estado Novo y, verdaderamente, no serían pocas las transformaciones que traería el régimen creado por la revolución.

Vargas se apoyó en los sindicatos –a los que dio más poder mediante un nuevo código del trabajo– y en las organizaciones patronales –que también impulsó– para crear un régimen corporativista no muy diferente al que pocos años antes instaurara Mussolini en Italia. En este tipo de sistema el control de la economía pasa a manos del estado que, a través de las corporaciones que representan –y controlan– al capital y al trabajo, decide la política económica a seguir, a veces con bastante detalle. No se establece una planificación centralizada, como en el comunismo, pero tampoco existe en absoluto un mercado libre: las empresas permanecen nominalmente independientes pero deben supeditar sus decisiones a lo que fijen los acuerdos generales que se hayan establecido.

El Estado Novo fue corporativista, aunque sin llegar a los extremos de la Italia fascista o de la Alemania nazi, y cultivó consecuentemente un nacionalismo económico que se expresaría en la reorientación del comercio exterior y en la búsqueda de la industrialización del país. Este último objetivo se realizó apelando a los mecanismos intervencionistas que ya conocemos: altas barreras arancelarias, prohibiciones, créditos baratos, exenciones impositivas, etc.

La revolución de 1930, con estas y otras medidas, destruyó el poder económico de las oligarquías regionales basadas en la tierra y erosionó decisivamente su preponderancia política, apelando a un centralismo que concentró en manos del presidente el poder hasta allí disperso en la amplia geografía del país. Vargas fue percibido como el gobernante que logró la participación de las grandes masas en la política brasilera y, siempre con el recurso a mano de las variadas políticas populistas, pudo mantener un apoyo bastante considerable a lo largo de su dilatada gestión. Pero, cuando intentó perpetuarse en el poder después de haber ofrecido retirarse, en 1945, fue finalmente derribado por un golpe de estado. Volvió a gobernar al país, sin embargo, al ganar las elecciones de 1951, hasta que un nuevo levantamiento armado lo llevó a suicidarse tres años después.

Hasta 1964, sin embargo, la política del Brasil siguió dominada de algún modo por los partidarios del líder populista. La estructura corporativa se fue debilitando con los años pero el resto de las políticas intervencionista se mantuvo, y aun se amplió, durante este período. Crecientes demandas sindicales y una izquierda que fue ganando fuerza y capacidad de acción llevaron a una progresiva inestabilidad del sistema político. Cuando éste parecía virar hacia el socialismo se produjo, otra vez, un golpe de estado que llevó al poder a los líderes de las fuerzas armadas.

Humberto Castello Branco asumió la presidencia el 1 de abril de 1964 y su primera tarea fue restablecer el orden en un país que, azotado por huelgas, marchas y todo tipo de protestas, parecía acercarse peligrosamente al caos. Pronto se observó, además, que su política económica iba a ser bien diferente a la de sus predecesores y que se haría un serio esfuerzo por sanear las finanzas públicas. Estas, en los últimos años, habían caído en tal estado de desarreglo que hacían prever tasas inflacionarias muy altas, del orden del 200% anual, en tanto que la producción estaba prácticamente estancada.

El nuevo gobierno impuso orden en el país, recurriendo por cierto a los métodos más brutales, y logró equilibrar las finanzas fiscales. En poco tiempo se generó un clima de mayor confianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros, la inflación descendió y el comercio externo logró, un pronunciado incremento. Brasil comenzó a crecer otra vez, siempre dentro del modelo de sustitución de importaciones e intervencionismo estatal, alcanzando pronto niveles que sorprendieron a todo el mundo.

El supuesto milagro brasileño no había significado otra cosa que la profundización del modelo de crecimiento hacia adentro seguido hasta entonces, con el agregado de dos elementos que no estaban presentes antes de 1964: un mayor cuidado por la marcha adecuada de las finanzas públicas y una paz social impuesta dictatorialmente. El régimen podía definirse como un "autoritarismo burocrático", ya que no implicaba una dictadura personal sino una sucesión de presidentes escogidos por la cúpula de ejército. Se caracterizó por desarrollar una fuerte intervención del estado en asociación con el capital extranjero para la ejecución de gigantescos proyectos económicos.

Esta información extraída de la página Web: eumed.es. Explica las diferentes economías que se aplicaron en el s.XX en Brasil, por parte del partidario de derecha Vargas, y posteriormente por el militar Castello.

Entre 1930 y 1964, Brasil estuvo gobernada por los derechistas. Éstos intentaron conseguir un Régimen Cooperativo parecido al de Italia, controlando el Estado directamente la economía. Las empresas debían aplicar sus decisiones a lo que se había llegado acordar.

En 1964, llego al poder el militar Castello. Éste reorganizó la economía y la baso en el saneamiento de las finanzas públicas. Ya que en los últimos años, había llegado a tener las tasas de inflación muy altas. Con esta reorganización logro, una mayor confianza entre los invasores, que la inflación descendería y el comercio exterior incrementará. Fue entonces cuando Brasil comenzó a crecer otra vez.

Estos dos tipos de gobierno tendían una cosa en común, impulsaban el crecimiento de la economía interior del país. Vargas impulso un nacionalismo económico impulsado en la reorientación del comercio exterior y la industrialización del país, aplicando aranceles… Pero no fue hasta Castello, que comenzó a crecer, ya que tuvo en cuanto dos elementos que Vargas no tuvo, el cuidado por las finanzas públicas y una paz social impuesta dictatorialmente.

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